9 de abril de 2014

{Así fue la llegada al mundo de nuestro pequeño Mayo}

Ya desde antes de estar embarazada, me interesaba mucho el tema de los partos respetados y naturales. Pero no pensé que yo podría hacerlo... Decidí entonces informarme bien y para ello contamos con el apoyo de una doula que nos acompañó durante todo el embarazo, el parto y el postparto. Esto nos dio pie a sentirnos más capaces y más fuertes. Como pareja primeriza, estábamos llenos de dudas, miedos y angustias, pero también tan ilusionados que lo anterior no nos impidió disfrutar de lo que estábamos viviendo.

Ana, la doula y yo de paseo por el campito :) ¡que pocas fotos tenemos!

Afortunadamente fue un embarazo normal, sin ningún tipo de complicación. Realizamos el seguimiento en el Hospital de Torrejón, donde desde un principio decidimos que íbamos a dar a luz.

Mi barrigola de 30 semanas

Las últimas semanas antes del parto se hicieron un poco largas: teníamos unas ganas tremendas de conocer a nuestro pequeño. Además nos habían dicho que venía muy grandecito...así que cuanto antes saliese mejor (pensaba yo).
Uno de los miles de paseos que di durante el embarazo por el campo...


Pero él sabía perfectamente cuando sería su momento y...

Por fin recibí una señal: el martes 18 por la mañana expulsé un poco del tapón mucoso (si...la "puerta de la vida") y me puse loca de contenta porque sentí que ya estábamos más cerca. Esa misma tarde comenzaron unas contracciones suavecitas, y ya por la noche eran perfectamente regulares. Aunque no eran muy intensas, decidimos ir al Hospital ya que pensábamos que si eran regulares es que estaba de parto si o sí.
Allí me monitorizaron un buen rato, y después nos dijeron que sólo había dilatado 2 cm, que nos fuéramos a pasar la noche a casa y volviésemos cuando el dolor fuese más intenso.

Ya en el coche de vuelta a casa comenzaron a ser un poco más intensas, y al llegar a casa intenté descansar entre contracción y contracción pero me fue imposible. Así que me senté en la pelota y mientras me movía estuve hablando con la doula por teléfono...hasta que ya no podía más y le dije que viniese a casa. David, mi pareja, aprovechó para descansar un ratito.

Con ella en casa mi actitud cambió un poco y me dejé llevar por sus masajitos y sus aceites. Así pasamos la noche y poco a poco empezaba a clarear. Cuando el dolor era ya más y más intenso, me prepararon un baño caliente, y después ya nos preparamos para ir al hospital.

El camino en el coche fue un poco duro, pero llegamos bien :) Yo ya llegué con la idea en la cabeza de que no soportaba el dolor y que quería epidural. Había dilatado 4 cm y ya me ingresaban. Fue entonces cuando David preguntó si estaba libre el pariotorio de la bañera, y tuvimos la suerte de que sí, aunque en ese momento la verdad que a mi me daba bastante igual: yo quería epidural. Pero ahí comenzó el embrujo y el encanto de la matrona, que no hacía mucho caso a mis peticiones sobre la epidural y me convenció para intentarlo.

Entramos en el paritorio y pedí la pelota, ahí era donde mejor sobrellevaba las contracciones. David y la doula siguieron con los masajes (me dolía tanto la zona lumbar y las caderas...)  y después me colocaron un fular atado al techo para estirarme hacia arriba y elevarme con cada contracción. Así estuvimos un rato, ellos dejándose los dedos en mí y yo de nuevo  pidiendo epidural...Fue entonces cuando me ofrecieron el gas de la "risa"(óxido nitroso) para ver si me aliviaba un poco. En realidad no quita el dolor pero sí hace que no te concentres tanto en él. A mi no me sirvió de mucho porque había que inhalar fuerte cuando viniese la contracción, y a mi en ese momento solo me salía gemir y echar aire...así que al rato lo deseché y volví a pedir epidural (jajaja qué pesada!).

Y entonces otra vez la matrona, con su gran poder de convencimiento, su suave voz y sus más que acertadas palabras, me dijo que probásemos la bañera. Y una vez dentro, me sentía mucho mejor y las contracciones se hicieron mucho más llevaderas. Yo adoptaba intuitivamente la posición de lado cada vez que venía la contracción; nadie me dijo como ponerme. De vez en cuando me venía un susurro de la doula que me decía..."lo estás haciendo muy bien"...

La postura de la Diosa, jejeje

Pero después de más de dos horas en el agua...hubo otro momento de decaimiento de fuerzas y...advidinad: ¡volví a pedir epidural desesperada!. Ahora si que el dolor comenzaba a ser salvaje y se repartía por todo el cuerpo, concentrándose sobre todo en la zona del sacro. David lloraba de verme sufrir, y la matrona tuvo que tranquilizarle y decirle que no era sufrimiento, sino dolor, porque parir duele. Necesitaba saber cuánto tiempo quedaba, me sentía agotada e incapaz de seguir adelante, y así se lo expuse seriamente a la matrona. Ella me decía que estaba cerca, que si metía los dedos podía sentirle...pero yo aún no había ni roto aguas y cuando le tocaba lo notaba muy adentro...No lo veía tan cerca como ella. Y por fin pareció hacerme caso; me dijo que entonces tenía que preparar las cosas de la epidural, que tendría que salir del agua, ponerme una vía que tardaría media hora por lo menos...Y yo dije que vale, pero en el fondo sabía perfectamente que nadie me iba a sacar del agua:  la idea de soportar aquel dolor fuera del agua era impensable.  
Fue justo entonces cuando noté que ya si que estaba cerca:  noté cómo se me  abría el cuerpo, y como unas fuerzas salvajes me pedían empujar. Así que agarré con mucha fuerza las manos de David y le dije:" vamos ¡ya está aqui!". La bolsa se rompó en algún momento y fue una sensación inexplicable: sonó un "clac" tan fuerte que yo pensé que de empujar había roto la bañera... Ahora los gemidos venían desde lo más profundo de mis adentros. Me pusieron un espejo para que viese asomar su cabecita, y eso me animó a seguir trabajando. Por fin estaba cerca. Y en una de esas salvajes contracciones, ¡plop! asomó una linda cabecita llena de pelo negro :)

La sensación era de que no iba a poder salir el resto del cuerpo, y por ello le pedí a la matrona que le ayudase a salir. La siguiente contracción tardó mucho en venir, pero durante esos minutos, reinó un silencio absoluto, sólo algún susurro decía "medio dentro medio fuera...". Y por fin sentí que venía, comencé a gemir y me quedé sin aire, la matrona le ayudó un poquito y...


Mayo ya estaba en mis brazos :) el gemido que pegué al salir fue increíble, como de loba salvaje, pero de pronto todos los males se pasaron. Ya tenía a mi criatura conmigo, ya podía oler ese aroma a vida tan especial, tocarle...maravilloso, simplemente maravilloso.  Eran las 15h del miércoles 19 de Marzo.


Y David, que por cierto se estrenaba como padre en su día, ahora lloraba de alegría :)
Creo que todo lo anterior lo olvidaré, pero ese momento en que por fin le cogí en brazos, ese nunca se borrará de mi memoria :) Me pareció la cosa más pequeñita y delicada del mundo, aunque mi bebé pesó casi 4 kilos. 
En ningún momento nos separaron; le taparon con toallas calentitas y esperaron un rato a que el cordón dejase de latir. Después le pedimos a la doula que lo cortase ella, y le hizo mucha ilusión, ¡no se lo esperaba!.
Al ratito nos sacaron del agua y con una pequeña contracción salió la placenta:¡increíble lo grande que era! Después vinieron los puntos, pues me había desgarrado un poquito...la idea de que me cosieran ahí me daba mucha dentera, pero la verdad que después de lo que había logrado, fue pan comido. Intentamos poner a Mayo para que tuviera un enganche espontáneo a la teta,  pero la "montaña" que tenía que escalar era demasiado grande y el pobre cabeceaba, así que le ayudamos un poquito. Mi primera reacción al ponerle al pecho fue pensar: ¡este niño tiene dientes! y es que succionaba con mucha fuerza...con la misma fuerza con la que vino al mundo :)
Nos dejaron un buen rato ahí tranquilos, y luego nos llevaron a la habitación. Los abuelos estaban deseando conocer al nieto, después del todo el día esperar. También vinieron sus primas a verle, tenían tantas ganas...tampoco olvidaré sus caritas cuando le vieron. 


Estuvimos 2 dias en el hospital, y aunque en general todo el personal fue bastante amable y nos ayudaron mucho, hay ciertas cosas que se pueden mejorar: respetar el descanso. No entendimos por qué tenían que venir a pesar al bebé de madrugada, o a hacerle pruebas como la audiometría a las 5 de la mañana...La familia y los amigos nos respetaron mucho en nuestra decisión de que no queríamos muchas visitas (gracias!) y pudimos estar tranquilos los primeros días con nuestro bebé...

Y aquí se acaba el relato de cómo Mayo vino al mundo, y ahora comienza la aventura de verdad: verle crecer y disfrutar de su crianza.